Es inevitable, la palabra Chavín nos remite de inmediato a las fabulosas cabezas clavas, al lanzón monolítico. Chavín nos transporta a Áncash, donde se desarrolló la cultura preincaica que nació 1,200 años antes de Cristo. Sin embargo, Chavín es también uno de los once distritos de la provincia iqueña de Chincha, la cual, a su vez, nos hace pensar en costa, en vendimia, en negritud. Pues no, el Chavín ubicado en Chincha es serrano y crece en un rincón en apariencia inaccesible, que fue fundado en 1857. Nada menos.
Para llegar a Chavín es necesario bordear y ascender por cumbres pedregosas. Todos estos tienen que ver con la empresa minera Milpo, que desde julio de 2007 produce plomo, zinc y cobre con contenidos de plata de la mina Cerro Lindo. Según los testimonios de los pobladores de Chavín, hasta la llegada de la minera, el suyo parecía un pueblo fantasma.
En Chavín existe un solo colegio. En realidad, no se requieren más si se toma en cuenta que solo hay medio centenar de alumnos. Noria Quispe Arias, su directora, nació aquí, pero partió con sus padres y sus seis hermanos antes de cumplir su primer año de vida. Ni bien se graduó, Noria decidió regresar. “Ser maestra en la comunidad donde nací era un reto muy importante para mí. Este es mi pueblo”, explica. Era el año 2000 cuando llegó y permaneció tres años. “Las facilidades no eran como las que hay ahora. Había un carro que llegaba solo una vez por semana. Y muy pocas familias… ¡era un pueblo fantasma! Pero la gente te quería y apreciaba”. Tras ejercer 12 años en Huancavelica, Noria pidió ser reasignada. Regresó el año pasado, y hoy es directora de la Institución Educativa N° 22273. Si bien reconoce que las condiciones en Chavín han mejorado, que ahora todos tienen acceso al agua, advierte un problema: “Tener agua y desagüe es un boom, pero la gente no está aprovechando del todo estos beneficios. Está acostumbrada a vivir de otra manera”.
En setiembre de 2013, la obra iniciada por la compañía minera Milpo, la municipalidad de Chavín y PROINVERSIÓN, a través del mecanismo Obras por Impuestos, fue entregada a los vecinos del distrito. No solo se mejoró el servicio de agua potable, también se construyó un sistema integral de alcantarillado, una planta para sedimentar la maleza y un reservorio para el tratamiento de aguas residuales para regadío. Desde entonces, hay agua potable entre cinco y seis horas al día. El técnico sanitario Heiner Atuncar Mogollón, responsable del Establecimiento de Salud de Chavín, es otro testigo de los nuevos vientos que soplan en este apartado lugar. Nacido en Chincha, arribó en 2005.
“Cuando llegué, había dos médicos, una enfermera y un técnico, a pesar de que casi no había gente, porque contando Chavín y sus 21 anexos, habría unas 300 personas. La gente ha comenzado a regresar a raíz de los beneficios que ha traído la minería”, sostiene. Las enfermedades diarreicas han disminuido desde que cuentan con estos servicios. “Si en 2011 se presentaba un centenar de casos, hoy son unos 25”, precisa el especialista. Definitivamente, existen razones para sonreír.