Antes, no tenía mucho encanto visitar La Encantada. Por las calles polvorientas parecía que no transitaba nada ni nadie, salvo las vetustas carretillas que acarreaban tanques con agua. Agua, el más ansiado elemento en esta tierra de talentosos ceramistas, quienes aún hoy practican la milenaria técnica de la cultura Vicús. Era por ellos que hasta aquí se daban el trabajo de llegar turistas que veían, compraban y partían de inmediato, pues La Encantada no tenía nada más que ofrecer.
Jaime Montero, alcalde de esta localidad ubicada a cinco kilómetros de Chulucanas, distrito de la provincia piurana de Morropón, recuerda su infancia, cuando era cosa de todos los días ensillar su burro, cargar un cilindro y recorrer largas distancias en busca de agua. La población vivía pendiente –resignada, en realidad– a correr por cuanto recipiente hubiese cada vez que llegaba el agua. Comprarla era un lujo que no todos se podían dar: diez soles mensuales por dos cilindros de agua al día. “De no ser por Obras por Impuestos, probablemente hoy seguiríamos luchando por contar con el financiamiento de esta obra”.
“Llevábamos años esperando, y ahora es una realidad. Las cosas han cambiado, porque para los ceramistas el agua es vital para trabajar. Ahora vamos hacia adelante, atendemos adecuadamente al turista, ya le podemos ofrecer baños adecuados”, afirma el ceramista Emilio Antón, y abre el grifo de su ducha. Emilio es pura sonrisa. Esta zona es reconocida por su sabrosa cocina y ahora sí es posible ofrecer sus potajes a los visitantes. Isabel Elías, propietaria del restaurante La Choza, coloca sobre la mesa un plato de seco de chabelo, un cebiche de caballa y un sudado de peje. “Ahora que tenemos agua y desagüe, hemos mejorado. Podemos atender con mayor prontitud e higiene. Ahora los turistas que vienen a comprar cerámica también pasan por acá”.
El establecimiento de salud de La Encantada también celebra. La licenciada en Medicina General, Evelin Severino, nos comenta que los males más comunes –que afectaban mayoritariamente a los niños– han disminuido.
¿Cómo se hizo realidad este anhelo?
En 2006, la población, reunida en una Asamblea de Presupuesto Participativo, decidió emprender todas las gestiones necesarias para lograr su cometido. Supieron entonces que el gran escollo era el financiamiento de la obra. Unos años después, un ejecutivo del Banco de Crédito del Perú (BCP) llegó como turista. Tras conocer las condiciones de vida en La Encantada, contactó al Gobierno Regional de Piura y PROINVERSIÓN. El proyecto fluyó de forma técnica, eficiente y rápida.
En noviembre de 2011 llegó la maquinaria. Las tuberías de las redes de distribución y del sistema de alcantarillado fueron cambiadas, se perforó un nuevo pozo tubular, se construyó un reservorio elevado de 140 metros cúbicos de capacidad y dos lagunas de oxidación. Se instalaron 654 conexiones domiciliarias de agua potable y alcantarillado. En junio de 2012 se realizó la inauguración. Desde entonces, La Encantada es un lugar más encantador.